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viernes, 11 de julio de 2014

La Del Manojo De Rosas, La Perdurabilidad De Nuestra Zarzuela

Adoro el Manojo, es una de mis zarzuelas de cabecera por varios motivos, su gloriosa música, su inspiradísimo libreto y su imperdurable frescura que después de ochenta años sigue con la misma vigencia que en la fecha de su estreno. Al Manojo le tengo un especial cariño ya que es una de las obras que mas he hecho en mis tiempos de escenario, por tanto siempre que me surge la oportunidad de verla no lo dudo. Este año la he visto dos veces, la producción del Teatro de La Zarzuela, y la que esta crítica me ocupa, que es la que actualmente se está representando en el Teatro Reina Victoria, y cada vez que la veo siempre descubro cosas, me río con alguno de sus chistes y sobre todo disfruto de la enorme partitura que Sorozábal compuso en la plenitud de su facultades. 
Este Manojo que disfruté ayer rezuma la esencia de la obra por todos los poros de sus bambalinas. El Manojo es un canto a Madrid, a sus gentes, su paisaje y paisanaje, y como fresco de la sociedad de la época, que en muchas cosas no ha cambiado tanto, funciona a la perfección. Sabiendo lo que iba a ver me acerqué al Reina Victoria con un solo propósito, disfrutar, y lo logré con creces. Lo sencillo es elegante cuando se hace bien, y el criterio se agradece. La ortodoxia no es sinónimo de caspa, es sinónimo de respeto, y si algo se saca de esta producción es eso, gran respeto por lo que Sorozábal , Carreño y Ramos de Castro proyectaron, y mucho amor por nuestro género lírico.
                         

Vayamos con el elenco, muy cuidado en general y muy homogéneo, netamente realizado por profesionales del género que conocen lo que hacen y que miman su trabajo.

Ricardo Pérez da vida a un inglés, muy gracioso, típico guiri sesentero con sandalias, calcetines y cámara en ristre. Pérez está muy simpático, el papel es breve pero saca mucho partido, y en su escena brilla como se merece.

Ricardo Muñiz da vida a Don Daniel, padre de Ascensión, sobradísimo de recursos vocales, Muñiz sigue demostrando el grandísimo cantante que es, dotando de mucha clase sus intervenciones vocales, y dando mucho empaque a su personaje, sobrio y muy en su sitio. Muñiz es y será con justicia una de nuestras figuras mas importantes de la lírica, algo que sigue demostrando con su oficio y conocimiento del género.

Belén Marcos da vida a Doña Mariana, correcta, muy elegante en sus intervenciones, aunque quizás un poco baja de tono. Cierto es que el personaje es desagradecido, Marcos cumple muy dignamente, y sus escenas están muy bien resueltas.

Manuel Aguilar, mayúsculo como Don Pedro Botero. Aguilar dota de gran energía y dinamismo a un personaje que otros actores no aprovechan, quedando completamente desdibujado. Imponente de tono y presencia, no pierde ni la mas mínima oportunidad para sacar partido a esta pinturita que Aguilar convierte en creación, algo que se agradece infinitamente. Cuidar los secundarios es crucial para el rodaje completo de un espectáculo. Sin duda un acierto la elección de Manuel Aguilar para este personaje donde demuestra la máxima que dice que no hay papeles pequeños, sino actores pequeños, en este caso actor muy grande, y papel que el convierte en grande.

             

Carlos Crooke como Capó y Alicia Montesquiu como Clarita. Fantásticos como no podía ser de otra manera. Crooke es uno de los Capó de referencia de la actualidad, se mueve como pez en el agua en un papel hecho a su medida, y que controla sin el mas mínimo problema. Montesquiu ofreció una Clarita, un tanto alejada del cliché habitual, pero acertadísima, en vez de la habitual interpretación espídica a la que estamos acostumbrados, sirvió una Clarita mas sentada, con grandes dosis de sensualidad y mucha sensatez, algo que va en consonancia total con un personaje que habitualmente está tratado de forma mas superficial que la que se nos presentó. Deliciosos en la parte musical, ofrecieron un Fox Trot y una Farruca excelentes, que hicieron las delicias del público. Los dos dúos cómicos del Manojo son posiblemente mis favoritos de nuestro género lírico. Sobresaliente pues para Crooke y Montesquiu.

Lorenzo Moncloa, sirvió un estupendo Ricardo, tanto en lo vocal como en lo actoral. Ricardo es un papel un tanto desagradecido para los tenores, pero Moncloa le da mucho empaque musical, afinadísimo, con potencia de voz, bello timbre y ajustadísimo con la orquesta, especialmente en el dificil Dúo con el barítono de letra imposible que siempre me maravilla cuando lo veo en escena.

Luis Varela inconmensurable como Espasa, para mi el mejor papel de actor que se ha escrito en una zarzuela. Varela campa a sus anchas en un terreno sobradamente conocido por el, está en su salsa y ofrece un festival de buen hacer sobre el escenario, graciosísmo y muy liberado de las ataduras que le imponen en otras producciones. Sus apartes son antológicos y su dominio del difícil texto que le ha tocado en suerte pasmoso. Espasa muerde, a Varela no le hinca ni un colmillo, conoce muy bien el papel y sin duda es uno de los mejores Espasas de la historia de la zarzuela. Aquí lo demuestra una vez mas, en una interpretación que da alas a su creatividad, le han dejado hacer, con muy buen tino, y el hace lo que el personaje pide, es decir carcajadas y solidez actoral, algo que Varela tiene con creces. Bravo para uno de los maestros de nuestros escenarios!!.  




                                    

Antonio Torres ofreció un esforzado y pasional Joaquín, con interesantes matices en lo actoral y mas que correcto en lo vocal. Sirvió momentos muy brillantes tanto en su Romanza como en el Dúo-Habanera. Torres de poderosos agudos controla muy bien su instrumento y sabe cuando debe lucirse. Antonio Torres tiene la facultad de transmitir mucha intensidad en sus intervenciones, algo que yo agradezco muchísimo en un cantante. Los tiempos de salir y cantar ya pasaron a la historia y Torres eso lo sabe muy bien. La parte actoral está muy conseguida, dota a su Joaquín de mucha galanura, pasión y ternura cuando la ocasión lo requiere. Trabajo el de Torres muy a tener en cuenta.

Para finalizar Hevila Cardeña como Ascensión. Soberbia sin concesiones. Cardeña posee un técnica envidiable que la permite abarcar este difícil papel sin el mas mínimo problema. La voz es redonda, completamente hecha, los agudos son de impresión y posee unos pianos bellísimos. Da gusto escucharla y repito lo mismo que en Bohème, estamos ante una cantante que dará mucho que hablar, productores de España, ahí hay calidad. ¿ Cuando la veremos en el Teatro De La zarzuela ? creo que ya va siendo hora. Voz grande de ampuloso sonido y bello timbre que no debe pasar desapercibido. Actoralmente está mas que correcta, creando una Ascensión mas sensible a la que estamos habituados, pero que no desentona en absoluto. ¿ Castiza ? si pero no empalagosa. Gran presencia escénica y una interpretación vocal de altura. ¿ Que mas se puede pedir?

                


Estupenda la orquesta, dirigida con gran tino una vez mas por el Maestro Enrique García Requena, que dotó a la partitura de mucha chispa, conciso en el gesto y con las ideas muy claras en cuanto a la lectura. Imponentes crescendo y gran sonoridad. Hay unos pequeños arreglos orquestales con piano que son preciosos, y que dado el momento en el que se desarrolla este Manojo un poco extrapolado en el tiempo, le dan mucho sabor y frescura a la producción, sobre todo durante el Segundo Acto.

Ballet y coro perfectos en sus intervenciones, dotando de un poco mas de empaque a esta mas que digna producción.

                   

Vayamos con la propuesta escénica:
Lorenzo Moncloa encargado de la dirección escénica, lleva este Manojo a unos tardíos Años 60, acertadísimo en el enfoque así como las pertinentes actualizaciones del texto. Se trata de una producción bastante ortodoxa, que huye del casticismo mal entendido, dirigida en un lenguaje naturalista, alejada de cualquier afectación y con mucha gracia. La obra es muy dinámica, tiene mucho ritmo y sobre todo es muy divertida, es decir, es todo aquello que el Manojo debe ser. Sencilla pero efectista escenografía y unas cuidadas luces, muy suaves y cálidas que dotan de mucho intimismo a algunos momentos, destacando la resolución tanto escénica como de iluminación de la Romanza de Ascensión, tratada con gran mimo por parte de Moncloa. Un diez para esta mas que digna producción que ofrece lo que tiene, ni mas ni menos, con gran honestidad, valentía y amor por tan excelso título.

                       

En resumen, un propuesta mas que estimable para los rigores del verano, aunque este verano esté siendo bien fresquito, que hará las delicias del aficionado, y que sorprenderá gratamente al que no conozca la zarzuela, se dio la casualidad que una de las personas con las que coincidí como compañero de butaca, nunca había asistido a una zarzuela, y como siempre ocurre en estos casos, salió encantado, eso es lo que necesita nuestro género lírico, público nuevo y joven que vea y entienda el género tal y como es. Yo si fuera vosotros no me lo perdía!!!!

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