viernes, 29 de mayo de 2015

Cuéntame La Marchenera

Me resultaba muy interesante el pequeño ciclo de conciertos dramatizados con los que se cerraba la temporada lírica del presente año en el Teatro De La Zarzuela, dicho ciclo está compuesto por La Dogaresa de Rafael Millán, y La Marchenera de Federico Moreno Torroba. Como solo se llevaron a cabo dos conciertos de Dogaresa, por motivos profesionales, me resultó imposible asistir, con gran pena por cierto ya que es una obra que me gusta mucho. Me propuse no perderme La Marchenera bajo ningún concepto, y gracias a un improvisado y feliz ofrecimiento, ayer me vi en el estreno de la bellísima obra de Torroba. Sin duda uno de los atractivos de este concierto, está en Carlos Álvarez, que después de muchos años vuelve a nuestro repertorio lírico, creando la expectación lógica que un cantante de su nivel crea entre los aficionados.
La idea de "explicar" la obra mientras esta se lleva a cabo en versión concierto me parece muy acertada, su ejecución no tanto como luego explicaré, y es una inteligente manera de llevar a cabo títulos que en estos tiempos de crisis, parece ser que no son abarcables, en nuestro panorama cultural público. Teniendo en cuenta que cada año la temporada se va adelgazando mas y mas, esperemos que esto solo sea una solución momentánea, mas que digna sin duda, pero de emergencia, ya que las obras para disfrutarlas en su esplendor y mantenerlas vivas, se deben poner en pie como originalmente fueron concebidas, es decir como música escénica.
Con la total certeza de que ayer si iba a haber una estrella era la música de Torroba, y bastante tranquilo por la parte musical ya que había garantías de buen nivel, me propuse sobre todo disfrutar y despedirme de esta temporada que ha dado para mucho en todos los sentidos, y que he tenido la suerte de disfrutar practicamente en su totalidad.



La Marchenera denominada como, Zarzuela En Tres Actos, con letra de Ricardo González Del Toro y Fernando Luque, y música de Federico Moreno Torroba, es una obra de gran vuelo lírico, elegante partitura, y soberbia orquestación. Se trata de un noble ejemplo de Zarzuela Grande bien entendida, impecable música y muy ambiciosa en el ámbito musical. De las virtudes o carencias del libro de la misma no puedo opinar, porque la verdad es que no nos enteramos mucho de que iba la cosa, por culpa de la farragosa dramaturgia que no consigue que se entienda muy bien de que va el drama en cuestión. Conocía la obra, pero solo en su parte musical, ya que nunca la he visto escenificada y teniendo en cuenta que hace mas de cincuenta años que no se representaba en La Zarzuela, y que la obra, dado su extensísimo elenco y dificultades escénicas, hace inabarcable su reposición en el ámbito privado, pues es una gran desconocida, de gran prestigio entre los aficionados, pero practicamente ignota a nivel escénico.



Voy con la crítica:
Ante el enorme número de solistas y partiquinos que la partitura ofrece, por razones obvias iré a los principales, ya que sería muy tedioso detenerme en todos los personajes.

Todos los comprimarios perfectos, en un complicado número de conjunto que abre la obra y que está muy limpio a nivel musical en líneas generales, y que dada la dificultad del mismo es de agradecer. Añadir que tener como comprimarios a Enrique R. Del Portal, Hévila Cardeña, Emilio Sánchez, Didier Otaola, Teresa Castal, Francisco Sánchez y todo el resto del elenco incluida la estupenda cantaora Sara Salado, es un lujo, y un acierto a tener muy en cuenta.

Javier Muñoz y Fernando Sansegundo, como Serafín Bravo y Blas Cantero, personajes hablados.
Muñoz y Sansegundo dan vida a los dos supuestos libretistas que unen sus talentos para poner en pie La Marchenera. Con esta premisa somos testigos del trabajo literario y es la excusa para que se nos cuente el argumento de la obra. La cosa no funciona por varios motivos, Desaciertos de dirección actoral muy notables y una texto en lineas generales muy plano y soporífero, que hace que el espectador desconecte a los cinco minutos perdiendo totalmente el hilo de lo que La Marchenera es. Sansegundo excesivamente gritón, intenta imprimir carácter con recursos equivocados a este Blas Cantero, claro representante de la vieja guardia "zarzuelera" de modos autoritarios e inmovilista en sus posiciones. Muñoz está mas acertado, pero su personaje tiene poca chicha, que aprovecha pero no del todo. Es muy notorio hablando de la dramaturgia, que lo que me interesó mas del texto fue el conflicto entre estos dos autores que representan el pasado y el futuro del teatro en un momento convulso en nuestra escena, y lamentándolo mucho he de decir que La Marchenera no va de eso. Ahí está el problema, si me interesa mas el que debería ser el conflicto secundario que el cometido principal que es contar La Marchenera, estamos ante una propuesta fallida a todas luces. Y dirigida con cierta torpeza a nivel actoral.

Gabriel Blanco, tenor cómico como Orentino y Amelia Font, soprano como Taravilla.
Ambos correctos, especialmente Font, dotando de mucho oficio sus dos dúos, siendo la Pavana, (aunque a mi me sonó a chotíviris, ja ja ja) que acontece durante el Tercer Acto deliciosa desde todo prisma. Blanco tiene una voz muy abaritonada de gran solvencia y que se mueve sin problema en la zona central, tan apropiada para su papel.

Rocío Ignacio, soprano como Valentina.
A Ignacio le ha tocado en suerte una difícil entrada en escena, con la bella, complicada y celebérrima Petenera, que es posiblemente la pieza por la que esta Marchenera ha pasado a la historia. Rocío Ignacio empezó fría, gélida, muy centrada en la técnica y ofreció una impoluta interpretación de su romanza a la que le falto tripa, pero le sobraron recursos con brillantes y templados agudos. Según fue avanzando la función la cosa se fue animando dando momentos de gran lirismo en su dúo con el tenor, y en el cuarteto con el que finaliza la obra. Ofreció su bello timbre, voz grande y sin duda fue una mas que digna Valentina que estuvo a la altura del resto del elenco.

Carlos Álvarez, barítono, como el Conde de Hinojares.
Inconmensurable. Álvarez es uno de los grandes, no hay discusión y todas y cada una de sus intervenciones fueron soberbias. Su efectista primera romanza fue de grabación, amplio en el volumen, perfecta dicción, fraseo delicioso, y un gusto cantando que apabulla al mas valiente, su dúo con Amparo Navarro fue otro de los momentos de la noche, siendo exactamente lo que nuestro género lírico pide, tanto en estilo, como vocalmente. Escénicamente elegantísimo, Álvarez manda sin proponérselo, con eso se nace, y sin duda así se refleja sobre las tablas. Ayer Carlos Álvarez nos dio una de las noches de la temporada, siendo posiblemente el mejor cantante que he visto este año en el Teatro De La Zarzuela, espero que se anime mas veces y nos deleite al público madrileño. Su presencia engrandece y ennoblece nuestra zarzuela, situándola en el nivel que se merece.

Alejandro Roy, tenor, como Don Félix Samaniego.
Estupendo con peros, peros que no son culpa suya. El problema estriba en que el papel no le va, y en la zona media abre en exceso desguarneciendo un poco la voz, pero amiguitos, cuando llegan los momentos de bravura y los agudos, nos lleva al cielo. ¡Que voz! bellísma de timbre y transmitiendo mucho cantando. En el dúo con Valentina en el Segundo Acto es donde mas se acusa lo poco apropiado que es el papel para un tenor de sus características. Perfecto en la emisión, gran volumen y ajustadísimo con la orquesta sirvió momentos estratosféricos cuando la partitura se lo permitió.

Amparo Navarro, soprano, como Paloma La Marchenera.
Navarro ofreció una sentida interpretación vocal, de un papel complicado en lo musical, y que lleva a cabo con gran solvencia. Cierto es que la voz está oscurecida de forma un tanto artificial, y que tiene algún problema con la dicción, pero su lectura fue tan sensible y dotada de una musicalidad tan notable, que se nos olvidan los pequeños matices que arriba relato. La voz es grande, resolutiva en el  agudo y lo que es mas importante, llega con gran emotividad. Sus apartes en el concertante con el que finaliza el Segundo Acto, fueron oro puro, y fue sin duda una Marchenera mas que interesante que reconozco que me gustó mucho.

El Coro Del Teatro De La Zarzuela, perfecto como es habitual, muy empastado y ajustado con la orquesta, en una obra bastante difícil en algunos momentos.



Vayamos con la dirección musical. Aquí debo comentar que si bien al Maestro Miguel Ángel Gómez Martínez, le di un palito en La Del Manojo De Rosas, es de justicia reconocer cuando un trabajo está bien hecho. Gómez Martínez, estuvo acertadísimo tanto en los tiempos como en el sonido, sacó lo mejor de la Orquesta De La Comunidad De La Comunidad de Madrid, con una concisa lectura, de crescendos realmente electrizantes, y momentos de un intimismo conmovedor. la ejecución del famoso intermedio que transcurre entre el segundo y el tercer acto, fueron otro momento de la noche, con unas cuerdas (otra vez) en absoluto estado de gracia. Perfectos es poco y sin lugar a dudas, el foso fue una de las estrellas de la noche.



Escénicamente, la cosa fue por otros derroteros, falta continuidad durante todo el espectáculo. A nivel técnico, especialmente en el segundo acto, un desastre sin paliativos, sobre todo con las luces, en el que el  tremendo desajuste que presenciamos, empañó la función a unos límites totalmente inadmisibles en el Teatro De La Zarzuela. El bello concertante que da fin  al acto, se cantó totalmente a oscuras, y si bien es cierto que desde el principio de la función se barruntaba la tragedia, la cosa llegó al paroxismo en el momento que narro. Todo el concierto tiene cierto aire de improvisación a nivel técnico que no pudo menos que pasmarme ante los medios con los que La Zarzuela cuenta y que parece ser que no han resultado como se esperaba. Cierto que era un estreno, pero hay unos mínimos que se deben mantener, y la falta de ensayos ha sido muy notoria. A eso añadiría poca falta de reacción en los momentos mas problemáticos. Lamento ser muy duro pero la sensación de estar viendo un "bolo" no dejó de rondarme durante el transcurso de la función. Supongo que en las funciones que quedan la cosa se arregle, y que se llegue al nivel deseable, en una producción de estas características, y con el altísimo nivel que ofrece.



En resumen, una propuesta imprescindible, que cualquier aficionado a la zarzuela no se debería perder. Estamos ante una propuesta de altos vuelos en lo musical, que satisface al espectador mas exigente, y que a pesar de los fallos a nivel escénico que he comentado, no deja de dar prioridad absoluta y mas que justificada a la música, auténtica protagonista de la noche



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