viernes, 29 de enero de 2016

Semana Teatral En Nueva York

Estas navidades me he ido a Nueva York, aprovechando una superoferta volando el día de navidad y comiéndome las uvas en el avión de vuelta, ahí estaba el secreto para que el billete saliera a un precio mas que interesante, y como uno ya va teniendo una edad, pues eso de salir en fin de año ya le da un poco igual, así que ni me lo pensé y a la Gran Manzana que me largué, una de las ciudades del mundo que mas me gustan y que con esta es la tercera vez que visito.
New York es para mi la ciudad perfecta, y la que tiene una de las ofertas teatrales mas atractivas de todas cuantas he visitado. En esta metrópolis se puede disfrutar de absolutamente todos los géneros teatrales existentes, y casi siempre con un elevado nivel artístico, así que esta vez me acerqué a N.Y. con tres propósitos, ya que los meramente turísticos ya los tengo muy conocidos. El primero ver teatro, el segundo aprovechar las rebajas y el tercero comprar música, que por aquellos lares resulta buena, bonita y barata, ya que los musicales y las óperas suelen estar a muy buen precio.
Esta entrada es un tanto atípica así que mas que una crónica de funciones, ya que vi varias, será una especie de guía para que no se os escape nada en caso de que os paséis por USA y queráis disfrutar de los placeres mundanos que Nueva York ofrece.



Primero unas recomendaciones sobre compras y luego ya hablaré de teatro, que a fin de cuentas es de lo que trata el blog.
 Si lo que queréis es encontrar música de segunda mano tirada de precio os debéis acercar a todo un clásico de la ciudad, Academy Records. Rarezas del mundo del musical, grabaciones clásicas y obras de culto, se pueden encontrar por cuatro dólares sin problemas, y grabaciones de ópera realmente difíciles de conseguir en Europa a precios que no sean prohibitivos, allí se encuentran por doce o trece dólares de forma habitual, eso si, prepararos a rebuscar porque la tienda se las trae. Otra tienda a tener en cuenta es Westrider Records al lado del MET donde la oferta también es muy interesante, y si os gustan los vinilos, encontraréis títulos la mar de suculentos, pero eso si, los precios ya no tienen nada que ver con Academy Records. En la zona del Village multitud de tiendas de música ofrecen grabaciones de shows, incluidas obras de teatro, que a mi en particular me resultan muy atractivas, y creo que a todos los amantes del mundo del espectáculo también. Preparad una bolsa con buen fondo, porque lo de la música en N.Y. es realmente un peligro, tanto por calidad, cantidad como por precio.



En cuanto a teatro hay que tener varias cosas en cuenta:
La primera los precios, N.Y. tiene una oferta muy amplia, pero también muy cara, para que os hagáis una idea el musical de moda Aladdin (y por ende el mas caro), tenía unos precios que oscilaban entre los cien dólares y los cuatrocientos mas la emisión de la entrada que en algunos casos puede llegar a los veinte dólares, así sin anestesia. Ni que decir tiene que Aladdin no lo pude ver, las "baratas" agotadas, y las caras en el mismo día imposible conseguirlas, y para días posteriores por motivos obvios no las compré. El resto de las obras oscilan de precio pero sacándolas en taquilla o Internet no bajan de los doscientos USD las mas caras a los cincuenta las mas baratas... hay un truco, la famosa oficina de venta de última hora llamada TKTS donde se pueden conseguir descuentos de hasta el 50% eso si de las entradas de primer y segundo rango, haciéndose la cosa mas asequible, pero eso si, no todos los shows entran en TKTS y normalmente los de estreno reciente no están en ninguna promoción. Como última opción, que yo no os aconsejo, están los Lottery Tickets ¿que es esto? pues como su propio nombre indica una lotería, en la que si sobran entradas. acercándote a la taquilla del teatro a una hora determinada, te dan un número y si te toca, cualquier entrada en cualquier zona te la venden por treinta USD, ni que decir tiene que es difícil que te toque, ya que muchos son los llamados y pocos lo elegidos. Mi recomendación, si os queréis asegurar una entrada mas o menos asequible de un show puntero es sacarla con antelación. Si sois de buen conformar esperad a llegar allí y ved lo que TKTS ofrece.




En cuanto a lírica la cosa cambia, ya que si queréis ver una de las afamadas producciones del MET, podéis conseguir entradas a muy buen precio en la propia web del Metropolitan Opera House, ya que en su democrático Family Circle ( gallinero para nosotros) por precios mas que asequibles se puede disfrutar de las primera figuras de la ópera con una estupenda visibilidad y mas que notable acústica, eso si un tanto alejados del escenario, ya que las dimensiones del MET, casi 4000 espectadores, hacen que sea unos de los coliseos operísticos mas grandes del mundo, y por ende uno en los que el gallinero mas alto se encuentra.
Posteriormente, cuando hable de las distintas producciones que disfruté explicaré como compré las entradas y los precios.



En mi periplo neoyorkino disfruté de tres espectáculos, muy diferentes y que redondearon de forma muy completa mi estancia, vi un musical, una ópera y un show navideño al mas puro estilo Broadway, que es todo un clásico en N.Y. y que hacía muchos años que quería ver.

Empecemos por la ópera:
En el MET vi La Donna Del Lago de Rossini con un reparto de primer nivel encabezado por la mezzosoprano Joyce DiDonato. Las entradas me costaron 45 USD cada una, tasas incluidas, unos 40 EUR aprox. en el antes mencionado Family Circle, las compré sin problemas por Internet con un mes de antelación en una ubicación estupenda dentro de mi rango, centradas y de perfecta visibilidad.
La función estuvo excepcionalmente servida, con un elenco estupendo, y un nivel musical elevadísimo, muy por encima de otras producciones que he visto, si bien es cierto que la producción era relativamente sobria para los parámetro que rigen el MET, disfrutamos de una sólida velada musical de mas de tres horas de duración y que practicamente no me hizo sentir los efectos del jet-lag dado lo maravillosa de la misma.
Ir al MET es una experiencia única, era mi primera visita a este mítico teatro y reconozco que fue inolvidable, solo con disfrutar de la espectacular sala y ver la galería de leyendas del mundo de la ópera que han pisado sus tablas, ya está completamente justificada la visita. Una aclaración que puede ser útil, todos los asientos tienen un dispositivo con traducción simultanea en varios idiomas incluido el castellano que hace mas fácil seguir la representación. Visitar el MET es el sueño de todo aficionado a la ópera, y aunque a priori no nos lo pueda parece, es un lujo mas o menos asequible si te encuentras en la Gran Manzana. Los precios fluctúan según el montaje, el elenco y la función, pero siempre partiendo de unos precios bastante razonables si del gallinero hablamos.



Sigamos con el musical:
La obra por la que me decanté fue Un Americano En París, que se encuentra en el Palace Theatre, las entradas de segundo rango, primeras filas del segundo piso con perfecta visibilidad me costaron 92 USD cada una, tasas incluidas y que son unos 85 EUR aprox, las compré en TKTS el mismo día de la representación con un descuento del 50%, y costaban lo mismo que en butaca de patio, pero amiguitos, de esa categoría ya no quedaban.
La función es una coproducción con el Châtelet de París, y no es un producción que siga estrictamente los parámetros de Broadway en cuanto a despliegue técnico, y que ha arrasado en los Premios Tony en varias categorías incluida la de mejor musical.
Se trata de una adaptación de la película homónima dirigida por Minelli en 1951 a la que se le ha añadido varias de las composiciones mas míticas de Gershwin autor de la partitura original del filme en el que se basa la película.
Si queréis disfrutar de unas coreografías de infarto, una obra muy clásica en su concepción, y unos artistas que cantan, bailan e interpretan a un elevadísimo nivel, Un Americano en París es vuestro espectáculo. El Palace ubicado en pleno Times Square es uno de los teatros con mas solera de la ciudad, y donde Judy Garland dio su antológico concierto en 1967, y que ha pasado a la posteridad gracias a la magnífica grabación que tan bien refleja lo que era la Garland en directo.



Vayamos ahora con el show.
Se trató del mítico Radio City Music Hall Christmas Spectacular, Las entradas de tercer rango, en el patio de butacas y de perfecta visibilidad,75 USD cada una tasas incluidas y que son unos 70 EUR aprox. las compré por Internet con un mes de antelación, con un descuento especial por el que se nos subía de categoría por el mismo precio. Hay muchos descuentos vía web para este espectáculo, ya que el número de pases durante los dos meses que está en cartel es muy elevado, llegando a ser en los días punteros de la navidad hasta cuatro veces al día. Esta oferta es la que mas nos gustó de todas las que había, pero había muchas y muy variopintas, y deduzco yo que al tenor de la antelación con la que saquéis las entradas, son mas fáciles de conseguir.
El  Radio City Music Hall Christmas Spectacular, se representa como su nombre indica en el Radio City, y es un espectáculo que se lleva haciendo en dicho teatro de forma ininterrumpida todas las navidades desde 1933, y se trata de un clásico de la cartelera de Nueva York. Dos números se mantienen desde la primera representación dada la espectacularidad de los mismos y la belleza que conllevan.
El Christmas Spectacular se puede considerar un espectáculo de variedades donde la estrella de la función son las Rockettes, el soberbio y enorme conjunto de bailarinas, que se mueven con milimétrica precisión al unísono, siendo el resultado impresionante y como bien dice el título realmente espectacular.
En esta función entre otras cosas se puede disfrutar de un paseo por Manhattan en 3D, nieva encima del público y en escena hay desde mulas hasta camellos, todo ello regado con una electrizante música servida por una orquesta de mas que considerables dimensiones. Se trata de un show, mas que de una función de teatro, absolutamente impresionante que refleja muy bien que no hay nada como los estadounidenses para montar representaciones de esta envergadura, que no buscan otra cosa mas que entretener, desde un prisma grandioso, de tremenda efectividad teatral y que resulta una experiencia inolvidable para el espectador que literalmente se queda con la boca abierta ante el despliegue de medios y la categoría artística que se puede ver en escena. 
Otra cosa a tener en cuenta es la soberbia sala que representa el Radio City Music Hall, con sus casi 5000 localidades, siendo uno de los teatros mas grandes del mundo y una de las mas altas representaciones del Art Déco, ya que la belleza del recinto es absolutamente apabullante, entrar en su inmenso patio de butacas corta literalmente la respiración. Si no tenéis oportunidad de ver algún espectáculo en este teatro, existen visitas guiadas en español que cuentan la interesante historia de la sala, así como la interminable lista de primeras figuras que ella han actuado y lo siguen haciendo.



Además de todo lo que yo vi, en N.Y. la oferta cultural es tan amplia que uno puede perder el sentido ante la ingente cantidad de espectaculos que están en cartelera, mientras estaba allí se podía disfrutar en directo de Al Pacino en una obra de teatro, Wicked y El Violinista En El Tejado hacían vibrar Broadway, algunos de los protagonistas de la serie Glee estaban actuando en diversos musicales, se podía disfrutar del mejor jazz en directo, ver El Cascanueces o El Rey Y Yo, y en definitiva dejar al viajero amante del mundo del espectáculo con la sensación de que le faltan días (y dinero) para abarcar todo y que en cuanto pueda tiene que volver, je je je.



Hasta aquí mi visita teatral a la ciudad de los rascacielos, espero que os haya servido si algún día tenéis la suerte de visitarla. Sin duda Nueva York merece mucho la pena, no solo por su teatro ni por ver las marquesinas de Broadway o comerse un perrito en la Calle 42, N.Y. deja una profunda huella en el visitante por todo lo que es, lo que representa en el subconsciente colectivo, y especialmente por todo aquello que ofrece, que parece nunca tener fin.




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miércoles, 20 de enero de 2016

La Flauta Mágica, El Cine Mudo Canta!

No soy muy mozartiano, para que engañarnos, a excepción de Don Giovanni que encuentro deliciosa de principio a fin, reconozco que suelo sentir cierto sopor con las óperas del de Salzburgo. Cierto que arias sueltas, dúos, oberturas y demás páginas de sus obras me encantan, pero ver una ópera completa me resulta un tanto indigesto. El tono habitualmente excesivamente calmado de sus composiciones, los asuntos que trata en sus obras y en general las atmósferas que Mozart ofrece, me resultan una balsa directa hacia la cabezadita, placentera, inevitable e igual de relajante que su música. No menosprecio la obra del bueno de Wolfgang, estaría bueno, no se me vaya a rebelar nadie, simplemente es que no me identifico con su música, ni con el período que representa, esto no significa que no reconozca su genialidad y el revulsivo que fue en el mundo de la música, así como la importancia de su figura. Se trata mas de una cuestión de gustos que de criterio de calidad.
Dicho esto, puntualizo que no me cierro a ver obras de Mozart en directo, y siempre voy al teatro ávido de encontrar la producción que me abra los ojos y me permita disfrutar en toda su extensión de las composiciones que tantos elogios acaparan y tantos aficionados a la música adoran de forma casi fanática.



La Flauta Mágica, con todo lo que tiene de popular y de reconocible en gran parte de sus números, me produce la misma sensación que el resto de la obra mozartiana. Algunos número sueltos me fascinan, la primera aria de La Reina De La Noche (mas que la segunda), el dúo Papageno-Papagena, el aria principal de Pamina, son de una belleza indescriptible. Pero luego cuando me pongo a ver la obra completa, me resulta poco atractiva, lastrada por los diálogos y un libreto deslavazado, mal resuelto y excesivamente infantil, características que acaban por conseguir que se me vaya el santo al cielo. Reconozco que mucho se ha escrito sobre la simbología oculta de la obra y su carga filosófica, y entiendo que está en la composición, pero yo no acabo de verle la gracia, aunque por una vez, y gracias a la soberbia producción que el Real está ofreciendo, la cuarta Flauta Mágica que veo en directo, me ha llegado, me ha divertido, y me ha reconciliado con una obra que suelo escuchar en grabaciones en las que los diálogos están cortados, y cuando necesito calmar los nervios.





La Flauta Mágica, no es una ópera sino un singspiel, algo así como nuestra zarzuela, en la que los recitativos son hablados, y las melodías son mas sencillas en general, se estrenó en Viena en 1791, y fue la última obra que Mozart  puso en pie antes de morir. Se escribió con vocación de obra popular, sencilla para el espectador, y sin lugar a dudas con visión comercial, resultando en todos los ámbitos descritos un acierto total que todavía a día de hoy sigue funcionando como una de las composiciones mas famosas  de todo el repertorio.



Vayamos con el elenco, que ante la extensión del mismo, intentaré ser lo mas conciso posible.

Ruth Rosique, soprano, como Papagena:
Correcta, especialmente en cuanto a timbre y volumen, ciertamente es que Papagena se luce poco y es un personaje que en nuestra cabeza siempre parece mas de lo que es, debido al bello y único número que canta en la obra. Rosique saca mucho partido a su escueta intervención, cargada de intención, con bello agudo y mas que interesante dicción. Muy convincente en lo actoral, ligeramente vulgar y marujil en una visión del personaje muy acertada.

Tres Niños,  que desconozco exactamente quien los llevó a cabo el día de mi función ya que el programa no lo especifica, estuvieron a la altura de las circunstancia, si bien es cierto que un poquito escasos de volumen, la dulzura que transmitieron y la belleza de sus intervenciones me supieron a gloria, siendo los personajes mas delicados del espectáculo, tanto por su concepción actoral, como por la espléndida visión musical de los mismos. Muy expresivos en lo vocal, me transmitieron gran ternura, siendo muy estimable el trabajo ofrecido.

Elena Copons, soprano,Gemma Coma-Alabert y Nadine Weissmann, mezzosopranos, como Tres Damas.
Eficientes y aseadas, en una interpretación que debe ser leída en clave unitaria a pesar de ser tres. Me explico, los tres personajes en la obra practicamente funcionan como uno solo, y ahí estriba el secreto de estas tres estupendas cantantes. Empastadísimas, de bellas voces y sobre todo de gran intencionalidad en sus intervenciones, llegan al espectador sin problema, sacrificando en algunos momentos (con gran tino, por cierto) la belleza de sus instrumentos por el bien de los personajes y de la función en general. Resultan deliciosas en su totalidad y ofrecieron mucha frescura a la producción.

Mikeldi Atxalandabaso, tenor, como Monostatos .
Una de las sorpresas de la noche, de imponente volumen, especialmente en su primera intervención, y con un sorprendente timbre abaritonado que me pareció perfecto para el papel que le ha tocado en suerte. Su interpretación vocal estuvo marcada por los matices y la poderosa fuerza que transmite cuando el personaje lo requiere.
Atxalandabaso, en un completo estado de gracia actoral, sirve un personaje calcado al Nosferatu de Murnau fisicamente, y que a pesar de su maldad intrínseca no pierde su punto gracioso en ningún momento.

Joan Martín-Royo, barítono, como Papageno.
Delicioso, amplio de timbre, impecable sonoridad y un fraseo exquisito que me obnubiló desde que salió a escena, y con el que me he reconciliado después del Curro Vargas del Teatro De La Zarzuela en el que francamente no me convenció.
Martín-Royo apoya su espléndida interpretación vocal en una inspiradísima creación actoral que recuerda a Buster Keaton, con cierto punto de melancolía, sosegado y bastante primario en sus aspiraciones, que definen a la perfección la simpleza de carácter de Papageno. Alejado de cualquier amaneramiento escénico y musical, Martín-Royo sirvió una estupenda función ágil y matizada a partes iguales.

Christof Fischesser, bajo, como Sarastro.
El mas flojo del elenco, sus problemas consisten basicamente en dos, el exceso de vibrato y la poca entidad de la voz en las notas mas graves, algo completamente imperdonable en un personaje de las características de Sarastro, uno de los mas claros exponentes de bajo noble jamás escrito. Su trabajo a nivel actoral es estupendo, pero la pobre interpretación vocal lastra a este importante personaje. En los pasajes mas comprometidos la orquesta le sobrepasa con creces quedando completamente desdibujado y pasando bastante desapercibido, sobre todo teniendo en cuenta lo estupendo que es el elenco.

Joel Prieto, tenor, como Tamino.
De menos a mas, con una primera intervención un poco falta de fuelle y escaso de volumen, pero que una vez pasada esa complicada apertura de telón demostró su potencial y la calidad de su trabajo. La voz es bella, grande y corre bien, aunque en algunos momentos, sin molestar en exceso, pero si de forma notoria,tiene algún problema en la colocación, con cierta tendencia a la nasalización especialmente en las arias, que le afea un poco el sonido, pero en líneas generales lo sensible y cuidado de su lectura musical, resulta muy gratificante, dando momentos de gran lirismo y aprovechando muy bien la química escénica con Pamina, siendo los dúos de ambos una auténtica delicia.
Muy bien en lo actoral, galán, como el papel requiere, y luciendo elegancia por el escenario sin el mas mínimo problema. Prieto tiene una estupenda presencia que sabe medir e incorporar a su Tamino con soltura.

Ana Durlovski, soprano, como La Reina De La Noche.
De mas a menos, al contrario que Joel Prieto, Durlovski sirvió una bella primera intervención, y una un tanto apagada interpretación de la famosisima Der Hölle Rache, en la que tuvo algunos desajustes con la orquesta en la endiablada coloratura de la pieza. Incompresiblemente, la voz suena mas en su primera intervención que en la segunda, cuando donde debe encontrarse cómoda es en la zona aguda, que suponemos que es su fuerte dada la tesitura que la caracteriza. Que duda cabe que cumple, pero la encontré por debajo de la Olympia que me dejó mas que satisfecho hace unos años.
Esperaba una interpretación de campanillas, quizás ese fue mi error, así que salí contento pero no entusiasmado, fue muy braveada por el respetable.

Sophie Bevan, soprano, como Pamina.
Triunfadora de la noche de pleno. De voz grande, carnosa y muy expresiva durante toda la función, Bevan ofreció una estupenda velada, donde triunfó la sensibilidad y el canto de calidad, dando momentos de gran belleza especialmente en su famosa aria del segundo acto, una de las mas hermosas compuestas por Mozart y que esta soprano británica hizo suya sin problemas, dando el mejor momento de la noche dejando embelesado al respetable. Con un interesante uso del regulador, un bonito paso de la voz, sin apenas cambio de timbre en el agudo, sobradísima de volumen y una redonda interpretación de la partitura, fue a mi entender la que mas brillo dio a esta Flauta de mas que decente reparto.



Coro Intermezzo, titular del Teatro Real, exquisito, con gran empaste y enorme matización, especialmente en los números que cantan solos, el final de obra lo sirvieron con gran efecto, y en lineas generales nos dieron una velada estupenda.

Agradabilísima sorpresa la dirección musical de Ivor Bolton, muy dinámica y con unos atinados tiempos que hicieron la obra fácil de escuchar y tremendamente amena. Desde que empezaron a sonar los primeros acordes de la obertura, ya vimos por donde iban los tiros de forma muy gozosa, algo que el público agradeció mucho en los saludos finales.



Vayamos ahora con la propuesta escénica firmada por Suzanne Andrade y Barrie Kosky:
Pues que decir señores, un prodigio de imaginación, un derroche de estilo, y una genialidad que me dejó epatado por la limpieza y la inteligencia de la misma.
Se trata de un homenaje al cine mudo, y toda la obra se representa en este código, muy cercano al Expresionismo alemán, con muchas referencias cinematográficas, y anulando los diálogos que se ven felizmente integrados con subtítulos como en el cine silente, dichos subtitulos van esplendidamente acompañados a piano con diversas melodías de Mozart, y este acertadísimo recurso, consigue aligerar de forma pasmosa la obra, haciendo que se nos pase en un suspiro.
El resultado final es de una extraña belleza, con momentos deliciosamente naif, que reconozco que hicieron mis delicias. No existe otra escenografía mas que una pantalla blanca, en la que las soberbias proyecciones se suceden de forma brillantísima, con un detalle encomiable, y que realmente hacen que la producción sorprenda y guste en igual medida. En esta Flauta no se andan por las ramas, cuenta la historia como lo que es, un cuento con poco sentido dramático y un arrebatador y colorista monumento a la inocencia de los personajes que pueblan la Flauta Mágica. Nos encontramos sin duda ante la linterna mágica del S. XXI, servida con los mejores medios técnicos disponibles hoy en día, sin desvirtuar la esencia de la obra, y consiguiendo que una obra tan trillada como esta sorprenda, divierta y se transforme en un verdadero placer para los sentidos.



En resumen, un propuesta imprescindible, gracias a su estupendo plantel musical, y a su acertadísima propuesta escénica, que a mi personalmente me reconcilió con una obra que reconozco que tengo un tanto estigmatizada. 
La recomiendo encarecidamente, pero me da a mi que si no tenéis entradas difícil está la cosa, ya que está practicamente todo vendido para todas las funciones.
Esta Flauta Mágica es un bellísimo espectáculo que ofrece todo lo que la ópera puede dar de si, máxime cuando de una obra de estas características estamos hablando. Decir como nota aclaratoria que las fotos no se corresponden en su totalidad con el reparto que esta crítica ocupa.




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