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jueves, 20 de octubre de 2016

Las Golondrinas, La Amarga Risa Del Payaso Triste

Empieza una nueva temporada en el Teatro de La Zarzuela, y una nueva era también. Comienza la Era Bianco, y los mimbres con los que se cuenta  no pueden ser mas esperanzadores. Además de flamante nuevo director artístico, también se estrena Oliver Díaz como director musical, por tanto después de los bandazos de los últimos tiempos la apuesta por la estabilidad parece la tónica, y la ambiciosa temporada que se avecina, deja bien claro que algo está cambiando en el coliseo de la Calle Jovellanos, donde la zarzuela ha vuelto, tanto por títulos como por número de funciones, que si bien esto último todavía es deficiente, esperemos que vaya aumentando de forma gradual a medida que vaya pasando el tiempo.
Para comenzar la temporada se ha recurrido a un feliz y estudiado golpe de efecto, nada menos que reponer Las Golondrinas, que no se representaba en versión escénica en La Zarzuela desde 1957 donde se llevaron a cabo la friolera de 52 funciones, algo impensable hoy en día. 
Que un título de semejante envergadura tenga tan poco predicamento en el teatro mas importante de la lírica española, además de incompresible es muy injusto, ya que Las Golondrinas merece por derecho propio un lugar privilegiado en el repertorio y una difusión a la altura de su calidad musical, si Las Golondrinas las hubiese compuesto un italiano en vez de un español, estoy convencido de que se seguiría representando en todos los teatros del mundo, pero como la obra se escribió en España practicamente nadie, o solo los muy aficionados se acuerdan de ella.
Me resultaba imprescindible ver esta producción, de la que es una de mis obras favoritas, y que jamás había visto en escena, aunque si la retransmisión por televisión de la producción de esta ópera que se hizo en el Teatro Real en el año 99 con Vicente Sardinero como Puck. 
Las noticias que habían llegado de la producción eran muy buenas y por cuestiones de tiempo no me fue posible asistir hasta ayer  y reconozco que me podían la curiosidad y las ganas. Salí del espectáculo emocionado e impactado a partes iguales como iré contando, y la de ayer ya es para mi una noche memorable en mi bagaje como espectador.


Las Golondrinas de José María Usandizaga, denominada como drama lírico en 3 actos, primero se estrenó como zarzuela el 5 de febrero de 1914, para posteriormente ser convertida en ópera por Ramón el hermano del compositor, tras la temprana muerte de Jose María. La versión operística, se estreno en el Liceu de Barcelona el 14 de diciembre de 1929. El libreto fue escrito por Gregorio Martínez Sierra y su esposa María de la O Lejárrega, notabilísimos autores de la época, y personalidades indiscutibles del mundillo cultural de aquel momento.
Las Golondrinas es una de las cimas de nuestro género lírico, donde un partitura de altos vuelos tanto en lo vocal como en la orquestación son los rasgos mas destacables, a ello hay que añadir lo que supuso en su momento para el panorama musical de la época, ya que la obra fue una auténtica revolución, y sin duda hubo un antes y un después tras su estreno. Fuertemente influenciada por el Verismo, y por Wagner, es una rara avis en nuestro repertorio, y se trata de una obra de inusitada madurez, profundidad y enjundia musical para lo que se componía en aquellos tiempos en nuestros país. Con una rica y dificilísima orquestación, gran sentido del dramatismo y unas dificultades vocales mas que respetables para su trío protagonista, nos encontramos con un título enorme, bellísimo y que sin duda es necesario recuperar con toda la grandeza escénica que la obra requiere. 
El libreto no se anda a la zaga en cuanto a calidad literaria, logrando momentos de una belleza y un lirismo en perfecta consonancia con lo que la partitura refleja. Los tres personajes principales de Las Golondrinas tienen una complicada psicología, muy bien reflejada en el libreto y perfectamente desarrollada a lo largo de la función, no estamos hablando de personajes acartonados o de impostado lenguaje, sino de caracteres muy creíbles, movidos por las diferentes pasiones que mueve al ser humano y sin duda suponen otra revolución en cuanto a la estructura dramática de las obras líricas del momento.
Las Golondrinas es sin duda un título ambicioso, y con una clara apuesta por la calidad, resultando el trabajo de compositores y libretistas redondo de principio a fin, y altamente estimable.


Vayamos con el elenco:
Felipe Bou, bajo, como Roberto, y Jorge Rodríguez-Norton, tenor, como Juanito:
Bou resulta insuficiente con un sonido opaco y con la voz completamente desguarnecida, siendo el resultado discretísimo en su conjunto. Con Rodríguez-Norton la cosa cambia mucho. De bello timbre y perfecta emisión, sirvió una correcta función estupendamente apoyada en una mas que eficiente interpretación actoral.

Nancy Fabiola Herrera, mezzosoprano, como Cecilia:
Herrera lució poderío vocal y escénico durante toda la función. Con una voz que brilla mas en la zona media y grave que en las alturas, como es lógico dada su tesitura. Ofreció una  interpretación apoyada en un timbre de matices carnosos  mas que satisfactorios, y una voluptuosidad vocal muy de agradecer. El papel es ciertamente tirante pero Herrera lo defiende sin graves problemas, siendo dos momentos especialmente interesantes, el principio del tremendo dúo del primer acto, donde sonó con conmovedora belleza el famoso "Fuego de paja en el viento" y en el dúo final con Puck, resuelto con una sensualidad arrebatadora, y una profundísima lectura de la partitura que me fascinó. Actoralmente está estupenda, con ecos de su afamada Carmen, cuyo carácter indómito tiene ciertos paralelismos con esta Cecilia que decide vivir su vida hasta sus ultimas consecuencias. 

Rodrigo Esteves, barítono, como Puck:
Maravilloso en un comprometídisimo rol, que Esteves aborda desde la inteligencia y la bravura. La voz grande, limpia, de hermoso color y perfectamente colocada pasa la orquesta sin problema y resuelve el agudo de forma impecable y con aparente facilidad. La interpretación vocal estuvo marcada por una progresión muy bien medida permitiéndole llegar al durísimo racconto final de forma plena y muy impactante, tal y como la obra requiere. Se le puede achacar cierta falta de matices durante el primer acto, pero nada que moleste en exceso dado el estupendo trabajo global de Rodrigo Esteves. Atinadísimo en la parte actoral, sirvió un personaje con múltiples aristas, de gran entidad psicológica, no siendo una mera caricatura de un malvado maltratador. Su Puck es muy humano, muy real, y muy contradictorio, algo que enriquece al personaje mucho y de forma muy acertada.

Carmen Romeu, soprano, como Lina:
Romeu sirvió una irregular función en lo musical y una creación impresionante a nivel actoral. Empecemos por la parte vocal. La voz es bonita, posee gran volumen, y suena bien en la zona central, siendo muy problemática en la zona aguda, donde el timbre se vuelve duro y metálico y las notas mas extremas se dan de forma completamente abierta, perdiendo calidad en el sonido de forma muy notoria. Ciertos problemas con el fraseo, con la línea de canto y algún filado que no se resolvió de forma satisfactoria, no acabaron de redondear su actuación vocal. Pero amiguitos , la entrega es tal, y la implicación a todos los niveles tan convincente, que cualquier problema arriba descrito, pasa a segundo plano, ya que su trabajo si se mira en conjunto resulta mas que satisfactorio. Llega al espectador con epatante eficiencia, especialmente en el tercer acto, que dada la intensidad dramática a la que nos lleva consigue que cualquier problema a nivel técnico quede en completo segundo plano.



Coro Titular del Teatro de La Zarzuela dirigido por Antonio Fauró, mas que correcto, especialmente en su segunda intervención, en un número de gran belleza y con ecos de opereta vienesa en su melodía. Inexplicablemente, uno de los fragmentos mas famosos de Las Golondrinas "Noche clara de San Juan" y una estupenda muestra de número de conjunto, ha sido sensiblemente recortado en una parte que bebe directamente del folclore popular, algo que en mi humilde entender es un error de bulto poco justificable. 

Oliver Díaz se estrenó como director titular de la OCM, y lo ha hecho por la puerta grande, siendo la orquesta una de las estrellas de la noche con gran justicia. Díaz sirvió una lectura inteligentísima de la partitura de gran eficiencia dramática y continuamente al servicio de los cantantes. Las atmósferas conseguidas desde el foso son superlativas, y los momentos de mayor intensidad del drama son engrandecidos hasta lo indecible, gracias al minucioso trabajo de Oliver Díaz que consiguió sacar el mejor sonido de la orquesta del Teatro de La Zarzuela que un servidor  ha oído en tiempos. Para la historia ha quedado el soberbio desde todo prisma preludio al acto tercero que me pareció francamente insuperable y la brillantísima ejecución de la pieza mas famosa de Las Golondrinas, la pantomima del segundo acto que conjuntó a la perfección foso con escena, en uno de los momentos mas bellos del espectáculo.



Giancarlo del Mónaco firma el espectáculo, y acierta de plano. Si bien es cierto que hay algunas inconsistencias en el primer acto, ya que no está justificado que el texto vaya por un lado y el espacio escénico por otro, y un innecesario cartel al final de la obra, que rompe el clímax de forma absurda y que no tiene mas objeto que subrayar lo que el espectador ya está viendo en escena. Si quitamos estas dos cositas, el resto de la producción funciona como el mecanismo de un reloj, con unas poderosas imágenes de dura belleza, cierta sordidez totalmente acorde con la historia, y un empaque escénico a la altura del gran teatro que es La Zarzuela. El tercer acto de una efectividad pasmosa, en su elegante sencillez, perfectamente apoyada en las soberbias luces de Vinicio Cheli, que dotan a todo el espectáculo de unas atmósferas muy conseguidas. Del Mónaco dirige la producción en una clave puramente verista de gran eficacia, de tremendo dramatismo con un tratamiento actoral mayúsculo. Los dúos están tratados con un mimo exquisito, y el primer dúo Cecilia-Puck resulta escalofriante por su crudeza, así como el tremendo final de obra que estremece al mas pintado. Mención especial para Barbara Staffolani, encargada del movimiento coreográfico de la pantomima que resulta  muy efectiva y de gran valor visual. La obra está impecablemente vestida por los magníficos figurines de Jesús Ruiz que juegan con el color o la ausencia de el, según como se está desarrollando la acción de una forma muy interesante y de bella simbología.




En resumen, uno de los mejores títulos que he disfrutado en el Teatro De La Zarzuela en mucho tiempo, cuya declaración de principios es indiscutible y muy de agradecer, y en donde la apuesta por la calidad es muy evidente. Si os gusta la zarzuela esta es vuestra obra, si os gusta la ópera esta es vuestra obra, si os gusta el Teatro esta es vuestra obra. Tengo puestas grandes esperanzas en el futuro del Teatro De La Zarzuela, este impresionante inicio de temporada da mas alas a mis esperanzas, deseo de todo corazón que no sea un espejismo, y que realmente se le vuelva a dar el lustre merecido a mi teatro mas querido de todo Madrid.



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